martes, 7 de mayo de 2024

El Pinsapar / ESTOY ENFADADO

 









________ Estoy enfadado

Uno de Valladolid, ministro de Pedro Sánchez, nos ha echado a pelear con Milei, el presidente de la República argentina. Ha provocado que claven otro clavo en el ataúd de la señora del presidente que lo nombró, un clavo internacional. Milei sabe que este de Valladolid no habla en nombre de los españoles, todo lo más en representación de Pedro Sánchez, pero da lo mismo. Al tamaño de la ofensa, el tamaño de la respuesta multiplicado por dos. Salvo que el presidente lo cese de un modo inmediato, Milei va a seguir pues la ofensa no es baladí. De camino podría cesar también al otro ministro que ha quitado el premio a la Tauromaquia. O los portavoces gubernamentales que echan gasolina al conflicto palestino-israelí. Hay más, hay más. Es un gobierno que hace aguas, que no gobierna para todos los españoles sino para unos pocos. Podríamos llamarlo contradicciones. Es como apoyarse en quienes no tienen otro objetivo que partir la unidad territorial de España y extirpar lo que el Estado tiene en los territorios. De raíz. Y lo que para muchos vienen siendo señas de identidad españolas en los territorios del Estado. Están en eso. Por esto estoy enfadado. 

Y también porque Sierra Mágina no pueda ser considerada una visión extraordinaria de la belleza singular del territorio olivarero andaluz. Cosa fastidiosa un turista, por Dios. Y se quedan muchos tan tranquilos. Al visitante que he sido de Venecia, Roma, Florencia, París, Londres, Berlín, San Petesburgo, Jerusalén, El Cairo, etcétera lo han convertido en persona non grata, individuo molesto, prescindible. Cuando fui por donde me llevaron y no di la lata en ningún sitio, sino caminar y admirar, hacer realidad la existencia en un solo mundo lleno de atractivos. ¿Qué nos está pasando? ¿De dónde saca a sus ministros este presidente que hasta Rodríguez de la Borbolla lo pone pimplando? Me enfada todo esto y no tengo edad para ataques, amo la paz, el equilibrio y la armonía. Pero es cierto lo que decían aquellos latinos: Nulla pax perpetua. Es como la guerra perdida que esta generación de abuelos pretende ganar con leyes retorcidas y un relato metido en el imaginario actual con un calzador. ¿Paz, piedad y perdón? Para nada. Lo contrario.

La transición fue un enjuague de franquistas y oportunistas, o algo peor. Decir, por ejemplo, que en España, aquella España, había muchos franquistas, unos confesables y otros inconfesables, puede ser un delito. Retrospectivo. Porque el Dictador murió en diciembre de 1975, dentro de poco medio siglo, cincuenta años. ¿Entonces quién manda parar aquí? ¿Quién manda a su casa al de Valladolid y también al antitaurino? Impresentables. Estoy enfadado, mucho.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
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domingo, 5 de mayo de 2024

Calle Real / ÁNFORAS EN CAMPOSOTO

 

________ Ánforas en Camposoto

Camposoto es una palabra. Lo pienso y no encuentro mejor modo de comprimir todos sus significados. Una palabra, eso sí, polisémica a su pesar. Es como si no hubiera un Camposoto sino muchos Camposoto. Ya cuando niño (no es necesario recordar que la patria es la infancia) los padres carmelitas nos llevaban de excursión a Camposoto a los alumnos del Liceo. Se trataba de andar y, una vez allí, buscar cuarzos. El “allí”, naturalmente, era una parte de Camposoto, una pequeña parte de los predios de la ermita de San Servando y San Serván, asesinados por los romanos, nos dijeron. Entonces no sabíamos que arqueólogos aficionados habían hecho catas e incluso encontrado restos antiguos. En Camposoto. Los niños habitamos el propio mundo, es sabido. Pero había otro Camposoto prohibido a la gente, el Camposoto del Ejército de Tierra. Alambradas y vigilantes soldados armados de fusiles nos lo recordaban. Había pues una frontera artificial, como todas las fronteras, que marcaba el territorio. Digo que una muy pequeña parte era el territorio de los cuarzos, a saber si las partes de esa propiedad estaban subterráneamente unidas por un territorio de ánforas del siglo IV antes de Cristo, o los restos de un viejo caserío del siglo I o más antiguas muestras de la huella humana en Camposoto.

Es el centro de un misterio Camposoto junto al mar, en el corazón de la bahía de Cádiz de entonces, cuya geografía nos dicen que no es la misma que la de nuestros días. Tierra fértil para huertas, arbolado, factorías, tráfico comercial entre los extremos del mundo conocido. Camposoto había sido una población, al menos eso pretendían demostrar los arqueólogos de entonces buscando los restos cubiertos por la tierra, los árboles y la prohibición por el carácter militar del terreno… y de la playa de Camposoto. Ahora acaban de aparecer ánforas romanas, del siglo IV nos dicen, antes de Cristo. No es barata la arqueología, mas sí muy necesaria. Reposan o se ocultan las explicaciones y los restos humanos de quienes vivieron o murieron en esos solares. Algunos mucho más antiguos se encontraron en las cercanías de ese núcleo de cuarzos y acuartelamientos militares, como el abrazo de los amantes y de un padre y su hija, cubiertos al parecer por el césped de un campo de hockey, el resto fenicio más antiguo del territorio de la ciudad.

Todo se superpone y estratifica. Desde el cero al infinito de estos días de ahora. Lo necesario será siempre estudiar los terrenos, encontrar nuestra Dama de Elche como Cádiz encontró sus sarcófagos fenicios. De vez en cuando algo surge que nos interpela y nos impele a la acción, que es una obligación de los poderes públicos. Como las ánforas del siglo IV halladas en Camposoto.

Diario de Cádiz
Calle Real
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jueves, 2 de mayo de 2024

EL FERROL, RECORDANDO A LUIS BERENGUER



________ El escritor y académico Enrique Montiel es natural de San Fernando, Cádiz, donde continúan los actos conmemorativos con motivo del centenario del nacimiento de Luis Berenguer. El homenajeado era un prestigioso autor de origen ferrolano con el que el gaditano mantuvo una estrecha relación de amistad. A día de hoy, la ciudad en que nació el ilustrado todavía no propone ningún gesto para honrarlo.

Cuando Luis Berenguer vino al mundo, llegó al número 11 de la calle Espartero. Su padre era médico militar, por lo que lo habían destinado en Ferrol cuando la madre estaba embarazada. “Él decía que había nacido en Ferrol por orden ministerial”, bromea Enrique Montiel. El renombrado se crió en la ciudad hasta que al progenitor le marcaron la próxima parada, Cartagena.

A él le gustaba mucho ser ferrolano, ese ingenio y esas maneras que había aprendido aquí”, expone el allegado. Siguiendo la tradición familiar de la Marina, Berenguer se mudó a Marín, en Pontevedra, para estudiar en la Escuela Naval. “Conocía a los gallegos a conciencia, indica Montiel, que recuerda que para sus obras literarias, creaba personajes naturales de esta tierra, que hablaban y pensaban en el idioma propio de Galicia.

La infancia de Berenguer estuvo dividida por varias localizaciones, lo que no significa que alguna tuviera menos peso en su vida. Era un poco gallego, un poco cartagenero y un poco andaluz, describe Enrique Montiel. De hecho, el académico declara que sus libros registran los tres tipos. Uno de los más populares es el protagonista bético de “El mundo de Juan Lobón”. Este personaje está inspirado en la realidad de una persona que fue cazador furtivo. Su teoría era que las reses no son de nadie, el problema es que pasan por un campo que tiene un coto, explica Enrique Montiel.

“El mundo de Juan Lobón” es su primera obra y fue adaptada para una serie de TVE en 1989. Con este libro obtuvo el Premio Nacional de la Crítica, un momento clave también para la vida de Enrique Montiel. El académico ya sentía entonces una gran atracción por la escritura y fue esta pasión la que lo condujo hasta la puerta de Berenguer.

Montiel acudió con un amigo a casa del ferrolano, poco tiempo después de publicar esa “ópera prima”, con la intención de que les dedicase el ejemplar. Este fue el primer contacto de lo que más tarde se convertiría en una relación realmente especial. “Poco después, gané un premio literario y le llevé mi trabajo para que lo leyera”, comunica el escritor. Tal y como se forjan, por lo general, las amistades, el paso del tiempo fue uniendo a los dos literatos hasta el punto de buscarse mutuamente, según apunta Montiel. El nexo que los conectó en primera instancia pervivió entre ellos durante toda la relación.


Tuve un magisterio extraordinario que me daba clases particulares, manifiesta el académico. Estas lecciones consistían en que Berenguer leía los textos que el joven escribía y le comentaba las dudas que le fueran surgiendo durante la lectura. Según alega Enrique Montiel, esta actividad pedagógica supone una participación conjunta en un acto colectivo de pensamiento.


Él iba mucho por delante, yo era un muchacho de veinte años y poco más, reconoce el gaditano, que se muestra afortunado por su amistad, ya que con Berenguer también conversaba sobre libros y autores de su gusto. Gracias a este vínculo, Montiel descubrió nombres como el que hoy considera uno de los mejores poetas, el peruano César Vallejo.

También era un autor que conocía en profundidad la literatura anglosajona, como la de James Joyce, a quien llegó a traducir gracias a su dominio del inglés, que desarrolló durante la estancia que el ferrolano pasó en Washington. Esta etapa en la capital estadounidense ocurrió tras haber estudiado Ingeniería en Madrid, después de su estancia en Marín.

Era un hombre muy completo, concluye Montiel. La relación llegó hasta el final, ya que el académico estuvo con Berenguer el día previo a su muerte. En ese encuentro, el autor le leyó su última novela, “Tamatea, novia del otoño” y le comentó su intención de presentarla al Premio Planeta.

A día de hoy, el isleño proclama que en Ferrol, tendría que quedar una huella de Luis Berenger. El lugar de nacimiento es para él sustantivo y la explicación que encuentra al hecho de que no se celebre el centenario en el municipio solo puede ser el desconocimiento. Así pues, el escritor gaditano propone dedicar un espacio en la ciudad para conmemorar al autor. Que Ferrol tenga una calle que se llame Luis Berenguer significa darle honra a un escritor de los grandes como Torrente Ballester, Miguel Delibes o Umbral, ambiciona Montiel.

El académico está casado con Macamen de Arnáiz, nacida en Ferrol, y de un modo semejante al de Berenguer, se vio obligada a mudarse a San Fernando debido al destino que le impusieron a su padre. Así pues, la pareja se conoció en territorio gaditano, cuando todavía se encontraban estudiando en el instituto.

Aun así, la familia de Macamen de Arnáiz continúa con las raíces soterradas en esta ciudad. De hecho, la visita de Montiel a la localidad se debe a la celebración del aniversario de su suegra, que cumplió los 99 años. Al haberse conocido a una edad tan temprana, no solo disfrutó Enrique Montiel de la amistad con Berenguer, sino que el matrimonio mantuvo una relación realmente allegada al autor ferrolano. Asimismo, lo hicieron en su momento con la viuda y con algunos de sus 11 hijos.

Diario de Ferrol
2024 05 02_

https://www.diariodeferrol.com/articulo/ferrol/enrique-montiel-ferrol-tendria-quedar-huella-luis-berenguer-4818781


JOSE MANUEL GARCÍA GÓMEZ

 









_______ José Manuel García Gómez

Hace 15 años que murió José Manuel García Gómez. Da escalofrío la cifra. ¿Cuánto hace que murió José Luis Tejada? Luis Berenguer cumplirá 30 años de muerto el 14 de septiembre de 2009. Juan Antonio Campuzano hace ya, también, demasiados años. Como González Barba, Germán Caos, González Camoyano, Antonio González Muñoz, los hermanos Cuevas... El hueco que deja la muerte retumba algunos días con el badajo lúgubre de nombres que repican. Como el bueno de Varela Gilabert y tantos otros que estuvieron aquí la breve estancia de una vida, y se fueron.

Hace 15 años que García Gómez el poeta, como era conocido para diferenciarlo de García Gómez, don Emilio, el famoso arabista, nos dejó un poco bastante de improviso. Y los días se superponen a los días, pasan los años y no sólo el polvo vuelve al polvo, es el olvido con su vientre voraz el que todo lo deglute y desintegra. Digo que algunos, quizá, tienen su nombre enhiesto en una calle de su pueblo pero otros, como José Manuel García Gómez, sólo tienen el recuerdo de quienes no lo olvidamos. Porque un tiempo fue una voz extraordinaria que decía poemas, y un amigo fiel, y alguien que, en aquellos tiempos, trabajó por la cultura, por el arte, por los integrantes de la familia menesterosa de los poetas, de los escritores, de los soñadores.

En los huesos que descansan en las cunetas de las carreteras, en los descampados, en todos los escenarios de los crímenes del drama de España, no están los años de Nada, ni de El Jarama, ni los de los versos de Ángel González y Pepe Hierro, ni los de los poetas olvidados ni mal vistos. El ajuste de cuentas no siempre lo hace el tiempo, lo hacemos nosotros. Porque hubo años de mucha iniquidad y demasiado miedo sobre el que algunos construyeron Alcances y subieron la poesía a los escenarios, y labraron una fraternidad de la metáfora o la lucha contra el mezquino idioma. Como José Manuel García Gómez, que no tiene una callecita en su pueblo, ni una placa del Ateneo, ni muchos quieren acordarse de su franca manera de estrecharte la mano y decir los poemas como nadie.

No se trata de mirar hacia atrás, sino de hablar caminando hacia adelante por si alguien se entera de que entre los huesos no están esos hombres que empezaron a construir de nuevo el horizonte destruido de un país pueblo a pueblo. Fueron muchos maestros en sus escuelitas rurales, y muchos profesores en sus institutos, y algunos agitadores culturales, poetas, gestores de un amor a la palabra que no podía desaparecer para siempre.

Quería decir que no puedo creer que hace ya 15 años que José Manuel García Gómez se fue, no me lo puedo creer.

                                                                                                                 Noviembre 2008_


ERBARME DICH


Erbarme dich, mein Gott - Matthäuspassion -
Johan Sebastian Bach
Aafie Heynis