miércoles, 27 de febrero de 2008

El Pinsapar / FLOR DE ESPAÑA


_______ Flor de España

“Si entre aquellas ruinas y despojos /Que enriquece Genil y Dauro baña /Tu memoria no fue alimento mío, /Nunca merezcan mis ausentes ojos /Ver tu muro, tus torres y tu río, /Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!” Lo escribió Luis de Góngora, el gran poeta cordobés de nuestro siglo de oro. Cualquier poeta gaditano podría utilizar la plantilla gongorina para la playa, Santa María, to Cádiz y la catedral, la Viña y el Mentidero. Y granadino para el Paseo de los Tristes, los palacios y jardines de la Alhambra y el blanco impoluto que corona sus sierras. Huelva de litorales y cotos, Jaén de olivares y renacimientos, Málaga bajo el sol, mediterránea; Almería, tan bonita en el incendio del mediodía. Y Sevilla, como en otro poema famoso, con un punto. Todas al mismo compás, en el mismo tendido. Cantaoras, cantarinas.

¿Esencia de lo que somos? Quiero decir los andaluces. ¿De nuestros pueblos y de España? Góngora ( Córdoba, 11 de Julio de 1561-23 de mayo de 1627) llamó a la ciudad califal patria y flor de España. Y apeló a la maldición de la ceguera si un día llegara la desmemoria. La desmemoria es una de las formas del desamor y para éste pedía el poeta el castigo de la oscuridad perpetua de los ojos.

Entonces no existía Andalucía, quiero decir la Junta, el Parlamento, el Estatuto de Autonomía, sino los andaluces. Que eran el resultado de los mil caminos del tiempo y de la historia sobre el ancho territorio peninsular. Nuestra habla no era “muy pura”, como afeó Valdés a Nebrija en una epístola gramática, pero veníamos de San Isidoro, y de Roma. Y lo que hubo antes, claro. Hasta el período mítico. El Islam fue un paréntesis que duró en Granada. Quedaron las palabras y las piedras obstinadas porque Santiago cerró España, mas no la inmortalidad de los versos de otro poeta andaluz esencial, Juan Ramón Jiménez: “Se morirán aquellos que me amaron; 
/ y el pueblo se hará nuevo cada año; 
/ y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado, /mi espiritu errará, nostálgico.”

Hoy es 28 de febrero y el calendarío lo señala como Día de Andalucía, porque no vamos a ser menos y porque los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos cuando éramos luciérnagas, antorchas, faros, espejos, soles incandescentes. Cuando éramos andaluces de nuestras propias naciones, nuestras patrias con torres y campanarios, llanos y sierras y algún río. Y teníamos un huerto florido y encalado, bajo la misma luz de ahora, y los mismos acentos del español que hablamos y que nos delata, nos señala: los andaluces.

“Sombra hecha luz, / que templando repele, / es fuego con nieve, / el andaluz.” Lo dejó dicho Luis Cernuda. Otro poeta. Es lo mejor que hemos sido. Los andaluces.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2008 02 28_

jueves, 14 de febrero de 2008

El Pinsapar / CONSEJOS DEL MÁS ALLÁ


_______ Consejos del más allá

Me muestra un tarjetón, el clásico en el que en el margen inferior derecha aparecen los nombres del matrimonio. Lo ha encontrado entre algunos papeles de su padre. Conmovido me lo lee. Decía San Ignacio que en tiempos de turbación no hacer mudanza. El padre de mi amigo, que puede que sea santo también, parece que dejó estas palabras para tiempos de crispación, como estos. Rezan así:

"Aprenderse los nombres de las personas que trabajan con nosotros. Sonreír, sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas. Prestar libros aunque te pierdas algunos. Olvidar las ofensas y sonreír, especialmente, a los ofensores. Aguantar a los pesados, no poner cara de vinagre escuchándolos. Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerse nerviosos. Entretener a los niños chiquitines. No pensar que sean mayores con el tiempo. Dar buenas noticias. Mandar en tono suave. No gritar nunca. Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo. Exponer nuestras razones en las observaciones, pero sin aplastar al otro. Contarle a la gente las cosas buenas que algunos hayan dicho de ellos. Recordar las fechas de los santos y cumpleaños. Contestar, si es posible, a todas las cartas. Hacer favores. Tener la manía de hacer el bien. Multiplicar el saludo. Olvidar las ofensas."

Mi buen padre no dejó un tarjetón escrito como hizo el de mi amigo, pero recuerdo algunos de sus lemas, especialmente estos dos: "Piensa bien, aunque te equivoques. Haz el bien y no mires a quien." Se podrían añadir a los anteriores. Los de mi padre, como los del padre de mi buen amigo, fueron máximas para vivir con paz. No veo a estos buenos padres pidiendo la muerte para María San Gil en Santiago de Compostela, ni llamando "imbéciles" a los millones y millones de españoles que votan al Partido Popular. Habían llegado a este punto de sabiduría tras una jornada vital tremenda. El padre de mi amigo nació en 1912, mi padre, que había nacido en el año 1921, tenía 15 años en julio de 1936, y 18 años en 1939. Con el resultado de hacer más de cuatro años de mili, más los tres de guerra civil. Por la guerra mundial. La historia de España lo puso en la calle con 24 años habiéndole robado la infancia, juventud y adolescencia. De un golpe. 

Pues pese a todo: haz el bien y no mires a quien, piensa bien aunque te equivoques. O el conjunto de normas prácticas para llegar al final con la paz con la que llegó el padre de mi amigo, que aconsejaba no gritar nunca, sonreír siempre, hacer favores, olvidar las ofensas....

Es un tarjetón amarillo, de esos en los que abajo a la derecha está los nombres del matrimonio. Los padres de mi amigo.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2008 02 14_

jueves, 7 de febrero de 2008

EMILIO BELTRAMI DE GRADO. IN MEMORIAM



SIEMPRE ESCRIBO EL MISMO POEMA

                        (In memoriam Emilio Beltrami De Grado)


Siempre escribo el mismo poema.
El mismo poema se llama sorpresa, desamparo.
Cuando nada comprendo cojo un papel en blanco y escribo:
No sé nada de la muerte, su acechanza constante
Su golpe certero. La muerte no es una palabra.

También escribo:
La muerte no mata nada –porque creo que somos
Seres para la vida
Y lo creo con Santa Teresa
Y con el Salmo. Por eso
Muerte, he ahí tu victoria. Que es
Ninguna
.

Yo no creo que Emilio esté en la muerte
Sino en la playa, sentado a la mesa del almuerzo
Con los suyos.
Tampoco creo que se haya borrado su manera de sonreír
Ni de pronunciar el constante discurso sin palabras del verdadero amigo.
¡Qué animoso! Así, es imposible
Que todo se haya desvanecido y se diluya
En el tic tac insobornable de los días.

Sólo que no está, ahora no viene
Y, cuando suena el teléfono, no dice el cristal tenue
Que es Emilio el que nos llama
Como nos llamaba con su voz sonriente
Su afecto inaplazable y su manera de decirnos

Me quedo aquí
En la manera de decirnos
-porque eso sí es la muerte, un silencio
por el airecomo la caída de una montaña de nieve
desde lejos

Y el silencio de Emilio duele como un dolor de huesos
Más que un dolor de muelas
Como un dolor de huesos y membranas y cartílagos
Vasos sanguíneos, nervios minúsculos, piel indefensa.

Es lo que más duele
Este silencio prolongado, este no decirte
Que su sonrisa queda, su bonhomía queda
Su memoria está a fuego en el mármol, en el bronce, en la piedra
De todos estos días que hace

Que no viene
Que no llama
Que no nos dice de sus ilusiones y sus esperanzas
Y se pone a la disposición de ustedes, de nosotros
Para un consejo, un viaje en su moto
Un café con leche
Una cerveza sin alcohol.

Si hay que vencer este ruido que no cesa
Este runrún de maquinaria interna del desánimo
Nos ponemos
Pero cómo poder con este hueco, este espacio vací
Donde antes había un mueble lleno de libros

Una butaca en donde se sentaba a leer Emilio
Una calle por donde se le veía venir
En su manera de andar e ir saludando
En su franqueza sin doblez como un huracán
Una lluvia, una puesta de sol de gelatina naranja
Por el mar
De Cádiz.

Probablemente
Una parte de cada uno se ha ido con Emilio
Un trozo de memoria
Un pedazo de corazón
Un encogimiento, un sollozo sin consuelo

Vino a nosotros a decirnos ahgo que ahora vamos sabiendo
Se puede ser bueno
Es bastante fácil
Es cuestión de ser fiel, de ser como siempre fue

Emilio

Un amigo.


Enrique Montiel
La Isla, 7 de febrero de 2008_


_______ EMILIO BELTRAMI: UN GADITANO EJEMPLAR

El teléfono me trae la mala noticia de la muerte de Emilio Beltrami De Grado. Días antes también me llega por este medio temible que había enfermado gravemente. No entiendo nada. Es más, no sé cómo puedo hablar en pasado de alguien con quien he tomado café hace poco, con quien he compartido tantas ilusiones. No entiendo nada.

Por eso lo único que se me aparece es la estatura de un hombre bueno, generoso, desprendido, simpático. Gaditanísimo. Su estatura impresionante a la par que modesta, sencilla, humilde y sabia. No puedo entenderlo. Era, oh odioso verbo de pasado, el hermano mayor de San Juan de Dios, para entendernos. Había sido uno de los mejores abogados de Cádiz. Su ilusión era ésa, poner en valor el inmenso tesoro de San Juan de Dios. Trabajar por Cádiz. Su primer éxito, la restauración de Nuestra Señora de Guadalupe, la Patrona de las Américas, no podrá verlo con sus ojos que la muerte ha cerrado. Fue alma de la Asociación de Amigos del Patrimonio de la Ciudad de Cádiz, la apuesta de Teófila Martínez de involucrar a la sociedad civil en la recuperación del patrimonio artístico de Cádiz. Llevaba la intención de restaurar y rehabilitar el tesoro de la Hermandad de la Santa Caridad, que en San Juan de Dios espera, como Lázaro, la mano que le diga levántate y anda. Y contribuir a la recuperación todos los tesoros que en Cádiz esperan la resurrección con motivo del bicentenario de 1812. 

Pero también lo suyo, lo que fue adquiriendo durante toda su vida, lo ponía a disposición de la mayor gloria de Cádiz. Así se lo hizo saber a la Alcaldesa y así lo hizo efectivamente. La reedición facsimilar de Cádiz en la Guerra de la Independencia, de Adolfo de Castro, que proyecta el Ayuntamiento de Cádiz, se debe a su gestión, al préstamo de un ejemplar en muy buen estado de su biblioteca particular. Otras muchas colaboraciones con la ciudad tenía pensado realizar. La muerte ha segado de un golpe todas estas ilusiones, esta dedicación a su ciudad natal a la que quería dedicar los años que restaran de su vida. 

El teléfono me ha traído esta mala nueva. Yo he perdido un amigo extraordinario. Cádiz, un gaditano ejemplar.

Diario de Cádiz
2008 02 05_