martes, 25 de marzo de 2014

El Pinsapar / UN SENTIMIENTO




















_______ Un sentimiento

Con Adolfo Suárez damos sepultura a un sentimiento unánime. Muchos no saben qué nos pasa a muchos pero lo que nos pasa a la inmensa mayoría de los que sabemos qué sepultamos es lo mismo, un sentimiento unánime. De que cerramos un libro mágico, una novela de misterio más que un libro de Historia. No archivamos un expediente con el último certificado, de defunción, abrimos otro libro de páginas en blanco en el que ya no estamos seguros de si podremos empezar a garabatear el futuro que nos merecemos los españoles. Porque el autor no ha aparecido en el horizonte, más bien el incendiario. Le combatieron, uf, sin descanso. Hoy, ojerosos, arrugados y encanecidos, inclinan su cabeza ante su féretro. Sinceramente. Digo que algunos lo tuvieron en menos por sus escasos méritos académicos (qué española cosa, sucedáneo cateto de la vieja nobleza que miraba por encima del hombro) y no entendieron que el Rey pidió a Fernández Miranda lo que don Torcuato puso en aquella terna que no entendieron entonces. Lo cierto es que hasta que el Rey no lo puso en la presidencia del Gobierno no empezó el nuevo tiempo, que hoy se sepulta en la iglesia-catedral de Ávila, capital de la provincia en donde nació y en donde tuvo su primer cargo importante: Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento.

Es fácil pensar ahora que el Rey se la jugó en esa apuesta y difícil entender la unión que mantuvo Adolfo Suárez con Su Majestad hasta el día que no recordó que había sido Presidente del Gobierno. Fue una inteligencia extraordinaria la establecida entre ambos. ¿Batallitas de los abuelos, los unánimes que ahora asistimos a las exequias? Pero gracias a ese tándem, a esta pareja de hombres jóvenes que quisieron saltar de la España de las trincheras a la España de la Unión Europea hoy podemos contarlo.

Difíciles somos y al mismo tiempo tan solidarios, cuando nos hundimos sin remedio. Levantiscos, irredentos, insurgentes. Llegamos a querer tanto lo que tenemos -sea poco o sea mucho- que tendemos a creer que no existe algo igual, o mejor. Ni siquiera como posibilidad. En Cádiz sabemos mucho de esto, inventamos el "Los siento, no todo el mundo puede ser de Cádiz". Este ser de afirmación, por lo menos, no es un ser de exclusión. Afortunadamente.

Fue el secreto, la obsesión de Juan Carlos I y Adolfo Suárez, que no hubiera exclusiones, que lo diverso fuera lo que es, riqueza, y que riqueza se llama en el interior de su nombre la vieja Patria de los españoles, este friso con tantos nombres como viejos reinos o territorios.

Adolfo Suárez ya está en paz. Muchas gracias, Presidente.


Diario de Cádiz
El Pinsapar
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miércoles, 19 de marzo de 2014

El Pinsapar / EL 4 DE MAYO


____ El 4 de mayo

El próximo 4 de mayo se cumplirán doscientos años de la derogación de la Constitución de Cádiz. Poco más de dos años tuvo vigencia el ingente esfuerzo de los patriotas reunidos en la Real Isla de León y Cádiz para defender el honor de la Nación, establecer leyes sabias y justas y procurar la felicidad de los ciudadanos del Reino de España. Conviene recordarlo en estos días en donde algunos también pretenden derogar la vigente por el sistema de una declaración unilateral, como Fernando VII hizo apoyado en las fuerzas conservadoras y antiliberales de su tiempo.

La semilla de aquel acto ignominioso del rey absolutista dio el fruto amargo de todo un siglo, o más de un siglo si lo llevamos a las puertas de julio de 1936, de guerras civiles cruentas y odiosas. La pretensión de Mas, un dirigente político ciego, sordo y enloquecido, apoyado por los republicanos de izquierdas y otros independentistas y antisistema, no es otra que calcular la no reacción de un presidente Rajoy poco dado a la alharaca y tenido por cobarde, al que quiere imponerle la construcción de hecho de una república en Cataluña, eso sí, amiguísima del resto de los ciudadanos españoles y constituida como Estado de la Unión Europea. Un delirio.

En la derogación de la Constitución de Cádiz, Fernando VII contó con los apoyos de un campesinado finalmente perjudicado por las jurisdicciones, por el Rey. Trajo a los jesuitas expulsados, persiguió a los afrancesados y se apoyó en una nobleza terrateniente que acaparó más poder del que tenía y una iglesia furibundamente antiliberal. La burguesía no pudo hacer la revolución que se haría en el resto de Europa. Llegaríamos al siglo XX con esta rémora y estos antecedentes. Además del carlismo y los nacionalismos emergentes que eclosionan durante la II República.

Triste historia la de España, en palabras del poeta Gil de Biedma. Porque acaba mal. Ahora estamos en esto, en la conmemoración de dos siglos de Cádiz que ya vendrá el 4 de mayo como llegará el 9 de noviembre, que es la fecha señalada por el president Mas con la determinación del suicida que ya no quiere mirar nada más que ir a negro. Qué alegría hace dos años, los Reyes en Cádiz, un día de fiesta, todos en la calle conmemorando otra oportunidad perdida. Dentro llevaba la polilla que destruiría el libro escrito en Cádiz, leído en sus calles y plazas y acogido con alborozo por el pueblo múltiple que era el Cádiz de las Cortes, la España toda…

Todavía estamos en el bienio de vigencia constitucional, los dos años de no ser de ninguna familia ni persona. Los españoles.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2014 03 17_

CÁDIZ, 19 DE MARZO DE 2014



                                                                                                           📷 Enrique Montiel

jueves, 13 de marzo de 2014

CAÑO DE SANCTI-PETRI, CHINCHORROS

San Fernando es una isla. De hecho se llamó casi toda la vida Real Isla de León. Una isla es una porción de tierra rodeada de mar por todas partes, como nos enseñaron en el bachillerato antiguo. Y sobre el agua los barcos, como sobre los barcos la vela y como sobre la vela el viento.

Ayer le hice un "tour" por la Isla, ya de Camarón de la Isla, a mi amigo Quique García-Agulló. Al llegar al muelle de Gallineras, que es el único nombre que recuerdo tuvo ese muelle que lo fue de candrays y barcos de la caballa... Digo que al llegar al muelle, al caminar hacia la plataforma de descargas, vimos a los chinchorros flotando en el mal calmo de una mañana de marzo verdaderamente dulce y agradable. Los chinchorros son como los coches de niños, los "ponys" de la caballería ligera. Miniaturas que se han usado para allegarse a donde están las embarcaciones de mayor calado. Sobre algunos los hombres ponían orden en las redes. Una estampa eterna.


📷 Enrique Montiel