martes, 29 de septiembre de 2015

LA ESPAÑA DE BORGES



















Más allá de los símbolos,
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, España silenciosa, en nosotros.
España del bisonte, que moriría
por el hierro o el rifle,
en las praderas del ocaso, en Montana,
España donde Ulises descendió a la Casa de Hades,
España del íbero, del celta, del cartaginés y de Roma,
España de los duros visigodos,
de estirpe escandinava,
que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas,
pastor de pueblos,
España del Islam, de la cábala
y de la Noche Oscura del Alma,
España de los inquisidores,
que padecieron el destino de ser verdugos
y hubieran podido ser mártires,
España de la larga aventura
que descifró los mares y redujo crueles imperios
y que prosigue aquí, en Buenos Aires,
en este atardecer del mes de julio de 1964,
España de la otra guitarra, la desgarrada,
no la humilde, la nuestra,
España de los patios,
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad,
España del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje,
España,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal.

España_
Jorge Luis Borges

domingo, 27 de septiembre de 2015

Calle Real /EN EL BALCÓN






















___________ En el balcón

Anoche puse la bandera de España en mi balcón. Para que amaneciera puesta. Hoy es un día muy importante, los españoles nos jugamos mucho en esta lotería de la maldad y de la mentira que se juega en Cataluña. Porque todos los premios van a caer sobre nuestras cabezas, salvo que no toque a nadie. Y aun así.

Sí, comprendo que no acometo un acto heroico sino simbólico. Un acto heroico hubiera sido formar parte de una gran manifestación de muchos millones de españoles por las grandes avenidas de Barcelona tras una pancarta que dijera: ¡Cataluña, te amo tanto! Millones de españoles como en el poema de César Vallejo: Al fin de la batalla, /y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: "No mueras, te amo tanto!" / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. El poeta peruano lo escribió en 1937, meses antes de morir, en París, con aguacero. César Vallejo puede que haya sido uno de los herederos de aquella España de ambos hemisferios recogida en la Constitución de 1812, que más ha amado a España, la Madre Patria. Y autor de otro poema emocionante, que rezaba: …si la madre / España cae -digo, es un decir- / salid niños del mundo; / id a buscarla!... Fueron sus últimos poemas, que dejó inéditos al morir en 1938. Se publicaron con el expresivo título de España aparta de mí este cáliz. Decenas de años después, sin el dramatismo de aquella terrible guerra de la que no nos hemos recuperado del todo, aunque lo pareciera, vuelve la vigencia de esta angustia del poeta. Fue muy grande en los dos últimos años de su vida, porque su amada España se desangraba, los españoles habían sido divididos y enfrentados. A muerte.




Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, /clamando: Tanto amor, y no poder nada contra la muerte! / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Sigue el poema su discurrir en la angustia de la contemplación de la España agónica que veía el poeta: Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate hermano!" / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.



Ahora están votando como si contemplaran ese cadáver que seguía muriendo. La urna es el cadáver de España cuando la democracia -esto es, la Ley- es vulnerada, violentada y escarnecida. Sería necesario que se diera en la realidad, que hoy ocurriera lo que sucede en el poema de César Vallejo: Entonces, todos los hombres de la tierra / le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; / incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar!.

La bandera de España ha amanecido en mi balcón con flores. Quiero formar parte del todos los hombres de España que rodean a España moribunda para que, al vernos reunidos y emocionados, se incorpore lentamente, abrace al primer hombre y se eche a andar.

Diario de Cádiz
Calle Real 
2017 10 08_

viernes, 25 de septiembre de 2015

NUEVO LIBRO_'Jilgueros en la cabeza'


___________ Jilgueros en la cabeza, un libro de Carmen Guaita.

Llevo toda mi vida, como quien dice, leyendo novelas. Pero al modo como un novelista lee una novela. Les aseguro que no es del mismo modo que lo hace un lector desprevenido. Imagino que un modisto mira el vestido que alguien lleva de modo parejo a como yo leo novelas desde hace más de 40 años. O un médico nos observa mientras habla de cualquier cosa. Lo he sabido siempre, lo del médico digo, pero un día una médico profesora de una universidad de Madrid, precisamente, me dijo muy reservadamente que un buen amigo que tengo debía mirarse el corazón porque puede que tuviera algún problema. ¿Cómo lo has sabido?, le pregunté. Me lo dijo: sus azulados labios. Era cierto, tenía el problema y se lo estaban tratando los cardiólogos de Cádiz.

Del mismo modo, confieso que me causó una gran impresión el descubrimiento de la verdad oculta en los primeros versículos del Génesis, sobre todo cuando el escritor de este libro capital, en boca del Creador, dice: Y Dios llamó… Porque entonces supe que sólo las cosas que tienen un nombre tienen existencia y que sólo existe lo que se puede nombrar. Lo digo así llanamente, no abro el melón de una controversia sobre la no existencia de lo existente, lo pre existente y esas otras filosofías hechas más de una lógica de la imaginación que de una lógica de las palabras y de la ciencia.

Este conjunto de verdades elementales se han deslizado por mi vida sin que yo les diera demasiada importancia porque yo también, querida y admirada Carmen Guaita, he tenido toda mi vida Jilgueros en la cabeza. Y por eso no se me había ocurrido pensar que el color sin la luz carece de existencia, o no pero sí. Y que un año luz es una medida inalcanzable e inabarcable. Sobre todo cuando se conoce que la luz va a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, esto es, recorre 300.000 kilómetros cada segundo.

Mi abuelo no trabajaba en el Observatorio pero si el padre de mi amigo Pedro, como mi hermano de toda la vida. Él me dijo que algunas estrellas que vemos en el cielo ya no existen, es la luz que todavía no ha acabado de llegar a nuestros ojos. Y que se llaman con el feo nombre de enanas marrones, o algo así.

Señoras y señores, admirada Carmen Guaita, ya ves, tu paisano posee también cierta pajarería que ha hecho, en ocasiones, que me diera unos batacazos grandes porque me dedicaba a oír el canto de los jilgueros, los canarios, los gorriones y verderones y no la línea del horizonte frío.

Pero –ya sabes que Ortega y Gasset decía que la claridad es la cortesía del filósofo- debo aclararte y aclarar al respetable público, que se decía en los teatros de aficionados de Los Hermanitos cuando tu padre era un joven por la Isla y yo era un niño que no tenía ni idea de que Jilgueros en la cabeza era lo que ha sido a medida que avanzaba y, sobre todo, cuando leía su última página, antes de que las citas de las óperas que atraviesan el libro, le dieran transversalidad y una belleza distinta; debo decirte, querida Carmen Guaita, que cuando me pidieron que presentara tu novela yo sólo pensé en Don Román Guaita, y en su hijo Román, que tenía en la Isla fama de portento desde cuando entonces, y en tu dulce, extraordinaria tía Dori, y en tu tío Paco, mis amigos de toda la vida… Por eso dije que sí, a bote pronto. Además luego supe que vendría mi hermano Pepe Oneto, a quien tanto debo, pero de ti sólo sabía lo bien que todo el mundo hablaba de ti. Y lo que me avanzó tu tío Paco de esa avezada lectora que se llama Dorita Guaita, que estaba entusiasmada con tu novela, como tu prima Cristina y como otros de los que me referían.

Así que se trata ya de que yo diga algo de Jilgueros en la cabeza, y de su autora en cuanto que escritora de esas páginas,  sin desvelar Jilgueros en la cabeza. No es fácil pero debemos intentarlo.

Y lo primero que me llamó la atención, y les pasará a todos ustedes cuando la lean, que no se arrepentirán, es algo tan aparentemente sencillo como la persona de los verbos. La autora escribe en primera persona cuando cuenta, en segunda persona cuando se habla a sí misma, y en tercera persona cuando habla de los demás. En el mismo tiempo narrativo simultanea y salta por las personas de los verbos. Soluciona así una de las dificultades que esta novela posee y en la que ella, un poco como cuenta que era el lema de sus tías: Hágase en mí según tu palabra – se entrega a la escritura con honradez de oficio.

El hilo conductor de Jilgueros en la cabeza es de principio a fin una mujer en su vida: Eulalia Requena. Eulalia no por casualidad, que significa la que habla bien, la que habla bonito. La vida dando saltos por la vida desde las primeras iluminaciones de una niña de seis años hasta el momento de una decisión fundamental, con la que termina la novela.

Estoy convencido de que la novela “funciona” distinta si el lector es un hombre o una mujer. No porque sea una novela especialmente femenina, o no sé cómo decir para que nadie se moleste, el aliento de una mujer está en cada página. Y en su despliegue de inteligencia, integridad consigo misma y visión del mundo. Para mi es lo mejor que tiene esta novela, con diferencia. El lector masculino va de sorpresa en sorpresa porque Eulalia Requena es de una transparencia desconocida y cegadora, deslumbrante. Me he dicho a mí mismo muchas veces leyendo este libro que qué poco sabes de la mujer, Enrique. O de las mujeres. Porque Jilgueros en la cabeza es la historia de las mujeres de dos familias, las extraordinarias mujeres de dos familias en un período histórico crucial de nuestra historia, digamos que entre los años 20 y los años 80. Y por eso, quiero decir, está la triste historia de España de Gil de Biedma pero también está la España que surgió de la muerte de Franco y la Transición. Y la España al margen, la España de los jilgueros en el cabeza, la vida intensamente vivida en el interior del alma femenina. Con su despliegue de detalles, de roces suaves por las telas, de arias de ópera o movimientos de conciertos, de un piano que se cierra para siempre por una promesa, de libros que se extraen de las estanterías y se leen, se comentan. Hablo de un universo completo, una constelación de vida de mujeres que saltan por las ramas narrativas para dejar un testimonio veraz, absolutamente verosímil. Magnífico.

En ocasiones también tenía la impresión leyendo Jilgueros en la cabeza de que me encontraba con una especie de fisión nuclear literaria, quiero decir que si surgía un personaje que podía ser colateral en principio, o secundario, la autora enseguida se apropiaba de él y lo novelaba. El más emblemático de todos una vieja tía, maestra de la República, exiliada en México, que vuelve 40 años después para morir en La Isla, recogida y guardada, atendida perfectamente, en el asilo de San José. Así la novela se me antojaba como una inundación. Un discurso sin desfallecimiento, con su despliegue de las tres personas del verbo, iba y venía por las ramas de sus familias paterno y materna, y otras mujeres, formando un friso femenino único dotado de un equilibrio y una profundidad “femenina” para mí desconocida.

Ante tamaño despliegue de inteligencia narrativa, ante tamaño despliegue de fecundidad y riqueza y variedad, los hombres resultan tan poca cosa en general que es la misma personaje –que se hace una dolorosa catarsis emocional- la que finalmente le da un sitial adecuado para cerrar el conjunto de las catástrofes cotidianas de muchas mujeres de su familia, con excepción de sus abuelos, que vienen siendo la clave de la historia, las historias que se cuentan con un pulso, ya decía, absolutamente admirable.

Eulalia Requena es sin duda alguna una mujer excepcional y, trasunto de ella, por esa vis autobiográfica que posee la novela, la propia novelista. Está tan vivamente pintada que es difícil sustraerse a la tentación de considerar que todo lo que le ocurre sea autobiografía. Para nada. Pero hay muchas líneas en la mano que ha escrito Jilgueros en la cabeza que se corresponden con Carmen Guaita. Por ejemplo su amor a la ópera. Sólo desde ese amor, y su profundo conocimiento de la tragedia lírica, se puede construir un mapa del tesoro de la música más pasional y trágica que se conoce, que no en balde Ópera es Tragedia con Música. Son muchas las óperas que componen este libro, muchas las arias que acuden en ayuda de la explicación del profundo dramatis personae que resulta ser Jilgueros en la cabeza.

La anécdota de un amor equivocado, o más de un amor equivocado, no debe distraernos del profundo libro de amor que es este libro ni de la buena mano que ha sabido escribirlo con tanta profundidad, tanto conocimiento y tanto arte. Porque ya no es sólo la historia que zigzaguea por sus páginas, la historia que vuelve, que no acaba del todo, es el escenario de las historias. Así San Fernando, el Paraíso perdido de la niña Eulalia que se ve obligada a trasladarse a Madrid y está a punto de llorar, como Rafael Alberti, “por qué me trajiste, padre, a la ciudad, por qué me desenterraste del mar”. San Fernando es una casa en la calle Ancha, una casa grande con un patio con montera, y unos abuelos que se aman como el primer día y la aman a ella, a la niña que habla bonito, con toda el alma. Más el sol, el cine de verano, la playa, las noches de levante en calma y todas esas cosas que estamos tan acostumbrados a vivir que no le damos importancia.

Te digo Carmen, y a todos ustedes, que Pepe Oneto ha padecido de parecida melancolía cuando ha oído una palabra de su infancia por la Isla en Madrid o un viento del Guadarrama, tan traicionero, le ha traído el recuerdo de un ponientazo invernal por la Alameda.

La costura de la novela es el santo y seña de la verdadera Literatura, digo el Amor y la  Muerte. Me ha fascinado también esta demostración palmaria de que nos encontramos con una verdadera obra de arte narrativo, un libro sin dubitación, firme, que avanza sin descanso, más cerca de la esencia que de los adornos, pero con un estilo de gran nivel. Las descripciones de Cedeira con su ría, o Atenas bajo el sol, o Ceheguín y sus campos, son de mucho nivel narrativo. Ya Madrid, donde transcurre mucha novela, es como un escenario vacío en donde sólo se vive, se viven los dramas, las tragedias y los recuerdos de otros paisajes que sí se llevan dentro… y también se viven las ilusiones y los amores que hacen la vida.

En fin, doy vueltas a la noria para no decir las cosas que no debo. Estoy todavía bajo el impacto que me ha causado este libro y esta autora, convertida con estos Jilgueros y la Partida de Nacimiento en una de los nuestros, en una de las grandes escritoras de esta ciudad tan bella, tan misteriosa y tan esquiva.

Enhorabuena de todo corazón, Carmen. Felicidades.                                                                                                    

San Fernando, 2 de octubre de 2015_


jueves, 24 de septiembre de 2015

CREATIVOS

Algunas veces he traído aquí portadas de discos que me han parecido extraordinariamente originales y creativas. Hoy no tengo opinión, estoy chocado con esta inesperada. No me invita a oír el disco, es evidente. No por nada, no sé, no me invita. Más bien a pensar en la banalización, que es un lugar común de lo contemporáneo. ¿Realmente el canto va de esto? Ya digo, no tengo más opinión que la perplejidad que me causa la "creación".

La diferencia es esta otra portada. Claro, así es muy fácil. Pero en esto consiste la creatividad, que debe ser un tributo que se rinde a la belleza, a la armonía. La época importa poco y hay muchos ejemplos gráficos que se podrían traer aqui. Bueno, qué tranquilo me he quedado.

Saludos.



martes, 22 de septiembre de 2015

El Pinsapar / Poema obligatorio... y tres o cuatro ríos.

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___________ Poema obligatorio

El poeta dijo: 'No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible'. La afirmación ya sobrecoge. Mas inmediatamente, casi sin respirar, sobre la última nota del canto, añadió: 'Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas -y tres o cuatro ríos'. Se llamaba José Emilio Pacheco y había nacido en la Ciudad de México en 1939, donde falleció la tarde de un domingo de enero del pasado año. El poema ha ido por el viento desde que fue escrito, leído por los poetas en sus antologías personales, motivo de reflexiones infinitas, estudios y comentarios. Resumía en pocas palabras -las perfectas palabras de los poetas- su relación con México, que no amaba pero que era su patria. A todos nos puede ocurrir algo parecido con todas las patrias que habitan en nosotros. Yo no amo mi patria chica, cuyo fulgor abstracto me abstengo de definir ahora, pero daría mi vida por cierta gente, algunas figuras de su historia, paisajes, algunas noches de verano y, sobre todo, por la primera mañana que recuerdo a mi madre, al trote de sus palabras sencillas abriendo el balcón para despertarnos diciendo: Que entre la Gracia de Dios en esta casa.

Nadie hace el poema obligatorio en estos días, lo recita sin descanso por las plazas, en las radios. En Cataluña. ¿No hay cierta gente, algunos ríos, diez lugares que nos mantengan unidos aunque no nos guste ni amemos la patria que un día fue refugio de canallas y hoy sea esta amenaza sobre el Todo, este juego de ruleta rusa que puede que otros canallas estén haciendo contra nosotros desde la patria nonata? No logro imaginar a mis primos hermanos catalanes trayendo los huesos de sus padres, expulsados de una patria que le dicen ahora que no lo era. ¿Valió la pena extrañarse, partir? Les dirían: vuestra patria, esa mentira. Y les darían la espalda. Pero sería otro de los caminos por los que nos encomiendan. Los caminos que no tienen salida, que es de lo que se trata. No es decir lo que duela, tomar aire y seguir el camino. Por cierta gente, algunos ríos, figuras de nuestra historia, puertos, bosques, fortalezas… ¿Tiran de la cuerda a sabiendas, trucan todo, mienten? Pobre gente a las que encierran en el interior de sus cabezas con espejismos, con mentiras y con seguridades inexistentes.No se acabará el mundo el domingo ni amanecerá un lunes de fronda por los valles, las aldeas, los pueblos y las ciudades de España. Estará siempre el poema obligatorio.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2015 09 22_

lunes, 21 de septiembre de 2015

AMAYA ZULUETA





Amaya Zulueta es uno de mis escritores de cabecera, un poeta de hondura insuperable, enorme sensibilidad y verdadero arte. Las palabras las lleva como el dolor, pegadas a su ser más íntimo. Ya no sé si la vida ha hecho de él el gran poeta que es o todo se simultanea para ofrecer este licor de tanta pureza. Dejo aquí uno de los últimos poemas que recibo de él. Como homenaje, como devoción.


Los esposos

Estuvimos un rato en el establo
ordeñando la vaca del rencor.

Todo el resto del ámbito se tornó duro, arisco,
dijiste: “Todo está ya muy añejo
para estas llamadas, el tiempo pasó y…,
me he podrido en la fosa que me abriste”.

Se me secó el cemento de los labios:
“¿Y los peces de amor de la memoria?
Ubi sunt?”

“Vastas arañas roen sus agallas.
Están destinados a ser tez de la tristeza.”

sábado, 19 de septiembre de 2015

Calle Real / EN TÉRMINOS DE COMPROMISO


























_______ En términos de compromiso

Los historiadores que han sabido narrar con arte y veracidad lo que fue el asedio napoleónico sobre la Isla dejaron el dibujo acabado de un tiempo decisivo. Releo. ¿Habré sabido decir lo que realmente me gustaría saber decir? Un dibujo acabado de un tiempo decisivo. Nunca hasta esos primeros días angustiosos la guerra había estado tan cerca de la Real Isla de León. Otras guerras habían dado zarpazos terribles, en Cádiz, no en la Isla. Esta vez estuvieron muy cerca las bocas negras de los cañones, las bayonetas, los fusiles. Todo el gran aparato militar de la mayor potencia europea del momento. Pero hombres decisivos lograron frenar el imparable avance francés, hombres heroicos los detuvieron. A sangre y fuego. El excepcional hecho se simultaneó con la hercúlea tarea de construir una Nación que ya existía: España. Lo iniciaron otros hombres providenciales llegados de los confines de un antiguo Imperio en donde no se ponía el sol. Y lo hicieron, lo empezaron a hacer, en un pequeño teatro de comedias, un edificio cuasi cuadrangular, de muros humiles y escenario de época. Ese modestísimo teatro cómico albergó las Cortes Constituyentes del Reino de España.
 
No hay espacio aquí para resumir siquiera lo que significó realmente las dos caras de la moneda que se fundía en la Real Isla de León, defendiendo la tierra no ocupada por los generales napoleónicos y soñando una Constitución que perseguía la felicidad de los españoles poniendo en la frente del Estado la verdad incuestionable de que España no podía ser de ninguna familia ni persona, sino de los españoles que la habitaban.

Sólo esto que digo, leído en términos de compromiso con la historia, nuestra propia historia, debería movilizarnos hacía un deber ineludible: difundir, aventar este grano que tuvo tan zigzagueante discurrir hasta ser aplastado por un sistema político, al frente del cual un Rey traidor, cruel y tóxico nos llevó a un siglo de guerras civiles. Es un trabajo de todos y creo que todos estamos dispuestos a meter el hombro para lograrlo. Sólo se requiere de un impulso unificador y una voluntad más allá de ideologías, ideas y partidos. Porque España fue la Isla, no una isla, la Real Isla de León. Y aquí se defendió su dignidad y se construyó, se intentó cuando menos, el Estatus político que se necesitaba. Y al que no se le dieron oportunidades, por cierto.
 
¿Qué habría que hacer? Con motivo del Bicentenario de aquellos días un consejero de la Junta de Andalucía, Luis Pizarro, gaditano de Alcalá de los Gazules, la bellísima localidad serrana, se afanó en que el solar del heroísmo y de la sangre derramada dejara de ser una chatarrería y otras cosas digamos poco nobles. Se invirtió en un proyecto de restauración y rehabilitación de las defensas. Cinco años después no se ha terminado. Ni, por tanto, se ha podido poner al servicio de aquella efeméride. Queda casi todo por hacer. Y en términos de compromisos, Alcaldesa. Estoy seguro de que lo sabe.

Diario de Cádiz
Calle Real
 2015 09 20_

El Pinsapar / PUERTA DEL MAR



______ Puerta del Mar

Si de pronto se diera un apagón completo que nos hiciera obligatorio mirar la cercanía, un mundo nuevo casi irreconocible aparecerían ante nuestros ojos. A modo de ejemplo podría ser el Hospital Universitario Puerta del Mar. Parece ser que ha habido un desencuentro entre un tal Pina, que manda mucho en el fútbol, y el presidente del Cádiz, Vizcaíno. Cuando ves con cuánta diligencia y cuidado anotan tu ingreso en el centro hospitalario, ni te acuerdas de que Pina es un obseso del Cádiz, es más, no entiendes bien qué puede significar. Es que la inmersión está a punto de producirse, vas a formar parte de una ciudad distinta de batas verdes, de batas blancas y azules, de hombres y mujeres solícitos que te van a sonreír, a pinchar, te van a mirar con mucha ternura e, incluso, te dormirán tan profundamente que cuando despiertes algo en ti ya no será igual. Entonces, aunque te esfuerces, Artur Mas sigue siendo ese político anti político que quiere destruir la unidad de España, llevar las naves contra las rocas, ser un Hamelín tóxico. No merecerá la pena, como un reloj alguien llega y te toma la temperatura, y la anota en un papel en el Puerta del Mar, estoy diciendo. Es un ejército coordinado, una infantería que apenas tiene tiempo de -yo creo- reflexionar sobre la marea humana que se acerca a Europa con lo poco que han podido, casi con los hijos pequeños en los brazos para los que no quieren la guerra, con todas sus secuelas, esa que decía el poeta que odiaban las madres porque entigrecía a los hombres. En esta ciudad presurosa en la que te pinchan en la barriga cada día, y te extraen sangre en la que te encuentran si estas bueno, o necesitas mejorar, la gente que te aprecia acude por las tardes para desearte -de corazón- todo lo bueno, y los tuyos más tuyos se sientan en silencio en unas zonas determinadas a la espera de que alguien con mascarilla recién quitada les diga que todo ha salido divinamente. Y los otros tuyos tan tuyos también aguardan con el tiempo detenido en Londres, y en vaya usted a saber, la llamada telefónica que les haga respirar aliviados. Todo sucede en el aire del Hospital Puerta del Mar. Digo los rostros que sonríen, digo tantas mujeres diligentes y eficientes, la médica asignada, los médicos, quienes te transportan por un dédalo desconocido con esa cosa que tiene Cádiz, cuando es de todo el arte. 

Nada importante, absolutamente nada importante, se produce entonces fuera de los muros y ventanas del Hospital Puerta del Mar, sino esta gratitud cósmica que siento.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2015 09 15_