martes, 15 de marzo de 2016

PÉRDIDAS IRREPARABLES


Hay años en los que uno no está para nada y para nadie. Si es agradecido. Me ocurre esto con la la muerte de dos muy grandes de la música, dos más que sumar a la nómina de desaparecidos de 2015. Por eso estoy apenado, muy apenado. Porque me han acompañado con su arte inigualable. La Música, finalmente, es ese lenguaje universal para las emociones y los sentimientos. Y los intérpretes, los directores, forman un cuerpo de generosidad por dar vida cada vez a unas partituras en donde el compositor puso las líneas para que otros las convirtieran en armonías, en sonidos, en compañía, en emoción.

Estoy muy apenado y no admito que me digan que llegaron muy lejos en su tiempo porque hay personas que no deberían morir... ¿Pero qué digo? Pierre Boulez y Nicolai Harnonncourt no morirán nunca.

martes, 8 de marzo de 2016

Calle Real / LA LOTERÍA


____________ La lotería

Ayer no jugué a la Lotería, excuso mirar hoy en el Diario si el número del décimo que han dedicado a La Isla ha tenido o no pedrea. Puede que mi amiga Pilar, que me dice que siempre nos toca lo que metemos, y tiene vivo un número que ella lleva, me diga que seguimos jugando. Curioso todo lo que rodea a la Lotería, incluso llamarla juego, pero pocas cosas me han gustado tanto como lo que el Flamenco dice de ella. Las buenas letras flamencas son como una taracea de oro puro en la memoria sentimental del pueblo. Dice así lo que siempre digo a todos, por si no lo sabían: Metí en la Lotería y me tocó tu persona, que era lo que yo quería. Ole. De niño oía a las mujeres mayores cuando alguien de su familia o conocidos tenían un niño. Digo las mujeres, no creo que nadie me desmienta. Decían: un macho, pobrecito, a ver quién le toca. O sea, en la lotería de la vida, si eras un niño, ya desde el nacimiento, venías con el sino. Ay, pobrecito, a ver quién le toca… Si el premio o la pedrea, si perder o ganar en una especie de cara o cruz que es la vida.

Mi padre jugaba siempre un cupón y un décimo. Era fantástico. En la comida -comida de amor- nos decía a sus seis hijos, bueno, decidme, qué queréis que os compre si me toca la Lotería. Dime tú, Enriquito. Yo a lo mejor le decía: un bicicleta (en mi calle mi amigo José Manuel Bermúdez había recibido una de los Reyes Magos estupenda). Y decía, eso es muy poco… Bueno, nos asignaba a cada hijo un presupuesto más que generoso para que le pidiéramos. Un juego completamente inocente, si bien se mira. Absolutamente encantador. Porque cuando llegaba el sábado su cara resignada nos enviaba a la semana próxima.

San Fernando y la Lotería forman un binomio singular, qué duda cabe. Si le damos a la suerte el mismo matiz que otra copla flamenca que cantaba Camarón: La suerte y la inteligencia se pelearon un día, y la suerte le decía, te voy a tratar sin conciencia para el resto de tu ví(d)a. Por si acaso, cruzo los dedos. ¡Más que en Dios!, oí que dijo un amigo a otro en un lance del dominó. Porque el uno afeó al otro que creyera en el fario, el mal fario. ¡Más que en Dios!

Es que visto lo visto, quiero decir, las obras que se retrasan, las crisis en un vaso de agua, lo que no sale, lo que sale mal, todo el conjunto de cosas que hacen del presente y el futuro de la ciudad un ay continuo, ¿tienen que ver con la suerte? Es que la suerte -esa lotería- parece que tiene una estructural helicoidal, si me permiten ponerme estupendo. Gira y sube, o baja casi imperceptiblemente. Y nos llegan sus efectos.

Siento no haber comprado la Lotería de ayer de la Isla. Y haberle dicho a Claudia y Rodrigo, decidme, qué queréis que os compre… si me toca la Lotería.

Diario de Cádiz
Calle Real
08 03 2016