domingo, 11 de febrero de 2018

Calle Real / QUITA ESE TRAPO DE AHÍ




_____ Doy gracias a Dios por no haber recibido esa orden, ni haber estado allí presente. Me conozco. La dio a un empleado municipal una concejala andalucista que espero esté arrepentida del disparate, aunque no lo creo. Ese trapo de ahí, lo quitas- dijo. Ese trapo, por si no lo han imaginado, era la bandera de España. No es la única perla de los procederes nacionalistas en San Fernando de los que tengo memoria. Decir que odian lo de fuera, que puede ser más allá del puente de Zuazo o de Despeñaperros, es completamente cierto. Lo he oído contra profesores que han venido a ejercer en la Isla, o personas que se han casado con cañaíllas. No doy más detalles. El monumento erigido en los años 20 a los caídos por la Patria en África podía ser otro ejemplo. Porque se trató siempre, se trata siempre, de borrar de la Patria hasta la palabra que la refiere. Puede ir a leer lo que pone ahora, todavía, después de cuatro años de gobierno de Loaiza inclusive, porque aquellos muertos gloriosamente por la Patria en Africa, muchos hijos de la Isla, ahora son sólo muertos de San Fernando, que son todos, no los que cayeron gloriosamente por la Patria en África en la terrible guerra colonial. Otros nombres se han mutilado de otras estatuas, porque hay tiempos de la historia de España que hay que borrar, siguiendo esa especie de Delenda est Carthago que heredamos de Roma (por no traer al recuerdo otras herencias sepultadas cuidadosamente no vayan a volver a salir un día). Debe haber un nacionalismo bueno y otro no tanto, creo yo. Cuando hace estos precipitados turbios y venenosos. No se trata de un amor en exceso -qué bonito es el calor de Sevilla, Dios mío de mi alma- a lo propio, se trata de la afirmación por la negación. Y el desprecio a lo de fuera, sobre un dentro que se establece previamente o se elige arbitrariamente. Entonces centenares de alcaldes se encajan en el Parlamento de Cataluña y levantan las varas de la mesura y la representación de todos los vecinos como lanzas amenazantes. Es el nacionalismo una vez más. El camino de la frontera o el campo de exterminio. O la muerte civil, el silencio a cambio de la vida.

Nadie está a cubierto de los peligros. Todo vale para el delirio de romper una nación histórica de más de cinco siglos. En ningún lugar de esta nación histórica, digo. Vale la mentira, vale enseñar ciegamente el odio a quienes no piensan como ellos han determinado, quienes no hablan la lengua obligatoria, quienes no están en el pensamiento único. Lo vemos estos días.

¿Qué haría la que ordenó quitar “ese trapo” si tuviera el mando de la fuerza, el gatillo de las pistolas? Probablemente no habría podido escribir este artículo. Yacería en algún rincón de mi pueblo amado.

Diario de Cádiz
Calle Real
29 10 2017_

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